
En el verano de 2013 se celebró la primera edición de MOTONÓMADAS, un proyecto de Alto Turia Adventures S.L. que no pudo tener mejor forma de inaugurar sus viajes «mototemáticos» que organizando una ruta por el Maestrazgo a cargo de Miquel Silvestre y Roc Lloret. En su página web podéis encontrar más información sobre este apasionante proyecto que acaba de comenzar y que espero que, superadas las comprensibles dificultades iniciales, dure muchos años.
Con esta entrada en el blog culmino la etapa que he denominado Diario de un Motero Novato y dejo abierta la puerta para las nuevas rutas que constituyen la razón de ser de MOTEANDO. Es por ello que no me centraré en la ruta que realizamos (fantástica, por otra parte), pues pretendo repetirla de nuevo y poder describirla con mayor precisión. El relato que a continuación sigue será un pequeño resumen de lo que para mí fue este encuentro con los motonómadas.
1ª jornada
Salimos el jueves 29 de agosto por la mañana temprano, desde un lugar tan emblemático como el parking que hay frente al estadio del Santiago Bernabéu. La ubicación se decidió por la facilidad para aparcar las casi quince motos que nos dimos cita allí y no por motivos deportivos, dato que destacó Miquel nada más llegar y en tono de chanza, pues no en vano es un reconocido colchonero…

Miquel aprovechó que esperábamos a un compañero rezagado para comentar algunos aspectos importantes a la hora de fotografiar motocicletas
El resto de motonómadas venía de Valencia con Roc, y quedamos con ellos en Cañavares, donde disfrutamos de un almuerzo y de la ocasión de conocernos todos un poco más.

Miquel insiste en la conveniencia de llevar cámaras de video adheridas al casco que sean pequeñas y discretas, no como las famosas Gopro que te hacen parecer un Snorkel

Estos bares de carretera se despiden entre lágrimas de los grupos de moteros que cada fin de semana aterrizan con las carteras llenas
Las primeras gotas de lluvia nos sorprenden de camino a Albarracín, donde pasaríamos la primera noche de acampada. Parte del entrenamiento de los motonómadas consiste en saber enfrentarse a las adversidades climatológicas y dormir dentro de una tienda de campaña que llevas a cuestas, haga frío o mucho frío…
En efecto, el primer viaje mototemático pretendía instruir a los participantes en una suerte de «iniciación a los viajes de aventura», entendiendo por aventura aquellos viajes largos, complicados, solos o en compañía, donde tan importante es saber llegar a un sitio como poder fotografiarlo (se necesitan pruebas de la hazaña). El programa incluía, pues, lecciones de fotografía, edición y montaje de video, nociones de conducción offroad, técnicas para acampar y otros aspectos importantes (pasaportes y visados, supervivencia, etc…).
Antes de llegar al camping Miquel Silvestre aprovechó una curva (más peligrosa de lo que parecía), para enseñarnos cómo realiza sus autofotografías con las que ilustra muchas de sus aventuras.
Una pequeña parada en el monumento al río Tajo me trajo a la memoria una ruta anterior, y a Miquel le brindó la oportunidad perfecta para dar unas explicaciones sobre cómo se debe llevar atado el equipaje. ¿Podéis imaginar que moto escogió como ejemplo?

«Que sí, que sí, my friend, tú sigue justificándote, pero que esto resiste menos que las bolsas de la frutería de mi barrio»
Al camping de Albarracín llegamos atardeciendo, y como llovía poco aprovechamos para montar las tiendas de campaña, lo que en mi caso significa que me preocupé en buscar a alguien que supiera hacerlo y me echara una mano. Ahí fue cuando conocí a Toño…

Algunos alumnos aventajados ya habían hecho los deberes mientras yo me entretenía con la cámara de fotos
La noche fue dura pero divertida. Dura porque no llevaba material de acampada adecuado para la ocasión, y divertida porque tuve que echar mano del alcohol para conseguir conciliar el sueño. Y como no me gusta beber solo, agarré al primero que parecía simpático y le invité a unas cañas y cubatas hasta que nos hicimos amigos… Así conocí a Xavi.
La sensación de dormir en tienda de campaña era algo que tenía olvidado, lo reconozco. Ello explica que no tuviera a mano ni una tienda grande y resistente a la lluvia ni un saco de invierno (a pesar de ser verano, la temperatura bajó hasta los 5 grados), ni siquiera una esterilla en condiciones que me hiciera creer que estaba disfrutando de la naturaleza en lugar de simplemente «tirado en el suelo». Pero al fin y al cabo ése era el «rollo» que se respiraba en el curso de motonómadas: si te vendían aventura, riesgo y viajes extremos, ¡vive Dios que empecé aquella noche a meterme en situación!
Durante la cena Miquel nos recomendó seguir una rutina ordenada que consistía en descargar las fotos a un ordenador cada noche antes de acostarte, para evitar que se acumule todo y al final el reportaje de tu viaje termine abrumándote. Algunos lo hicieron. Yo, a falta de ordenador, y sabiendo que pasaría frío, opté por la cerveza y la camaradería, que en algo ayudaron a que la mañana llegara antes…
2ª jornada
Si el primer día habíamos viajado en grupo, lo cual está bien pero dificulta un poco la logística a la hora de detenerse a un lado de la carretera para fotografiar algo de interés, la segunda jornada se planteó de un modo diferente: se formarían grupos de 3 o 4 motoristas que, sabiendo de antemano la ruta a seguir, podrían viajar libremente de punto en punto, para configurar el trayecto a su medida y detenerse cuantas veces estimaran necesarias. En mi grupo estaría Toño, al que le debía bastante por haberme montado la tienda (decir que me enseñó a hacerlo sería faltar a la verdad), y Xavi, con el que ya me unían buenas migas. Xavi trabaja para un programa de motos muy bueno llamado «Motosx1000» (recomiendo seguir sus pasos en Facebook, Youtube y, por supuesto, en la TV), y decidió que viajaría junto a su jefe con nosotros para grabar aquella jornada. Ahí fue cuando conocí a Josep. Finalmente, y como necesitábamos un miembro más, incluimos al benjamín de los motonómadas, un valenciano experto en logística y catering de viajes en moto (lo que comprobaríamos más adelante). Así es como conocí a Ismael. El grupo estaba preparado y su nombre listo: «Morteruelos», en honor al célebre guiso conquense del que dimos buena cuenta el día anterior.

Ismael con el chaleco de la Guardia Civil y Josep pasando frío, pero disfrutando de un relaxing cup of café con leche en medio de la nada
Nada más salir de Albarracín nos detuvimos ante una maravillosa e increíble formación natural de rocas y salientes puntiagudos, e hicimos la primera sesión fotográfica. El curso consistía, en parte, en enseñar los rudimentos de la fotografía de viajes en moto, y aquel sitio era idóneo para que cada cual pusiera en práctica lo que hubiera aprendido de la mejor manera posible.
A medida que nos deteníamos una y otra vez para echar fotos curiosas, como ocurrió en un estanque lleno de gansos, éramos más conscientes de que nos estábamos retrasando. Tuvimos que apretar un poco el ritmo para llegar hasta Cuevas de Cañart, pequeña población donde habíamos quedado para comer todos juntos.
Una vez pasado Teruel las carreteras hasta Pitarque se vuelven solitarias. Demasiado. Es una de las alegrías para los moteros y, sin duda, una seña de identidad de la zona del Maestrazgo. Enlazamos curva tras curva a buen ritmo, a pesar de una lluvia fina que amenazaba con transformarse en algo más serio.
Justo antes de llegar a Pitarque cruzamos un puerto de montaña que por sus curvas endiabladas y lo sinuoso del trazado fue bautizado al instante como el Stelvio Aragonés.
En Pitarque nos encontramos con el resto de los motonómadas, que ya estaban terminando de comer, aunque nosotros les alcanzamos rápido: la comida fue más que frugal, casi inexistente (uno de los pocos puntos débiles de la organización del evento que, no obstante, no empaña el conjunto).
La cena estaba prevista en Cantaviejas, uno de los pueblos con más encanto de toda la región, y que contaba con un hotel perfecto para descansar nuestros ya doloridos cuerpos.
Nada más terminar de comer retrocedimos un poco hasta Aliaga, un pequeño pueblo que había antes del Stelvio aragonés, con la excusa de echar gasolina en las motos. La verdadera intención, sin embargo, estaba muy lejos de ser tan práctica…
Después acabar empapados hasta las cejas (bendito Goretex), no tuvimos más opción que despedirnos de esta charca como si fuéramos niños castigados sin recreo. Pero la ruta seguía y volvíamos a llegar tarde…
Para llegar a Cantaviejas dimos un rodeo considerable que nos permitió disfrutar de una zona muy recomendable para los moteros que no hayan pisado nunca esas tierras del Maestrazgo. La primera estructura llamativa es una formación rocosa peculiar, de paredes verticales y puntiagudas que desafían la gravedad. A este monumento natural se le conoce por el nombre de «Los órganos de Montoro», cerca de Villarluengo. Es una lástima que por la prisa las cruzáramos deprisa y no tenga fotos para mostraros. No obstante, os invito a que disfrutéis del espectacular reportaje que los compañeros y amigos de Motosx1000 hicieron y donde puede verse estos parajes de ensueño.
Otra sorpresa que nos aguardaba la ruta fue un pequeño tramo offroad que llevaba hasta Cuevas de Cañart. Por suerte los Morteruelos somos un grupo ducho en la conducción por campo y pudimos atravesarlo sin mayor problema.
Como la fatiga iba haciendo mella en nuestros cuerpos, y eso es muy peligroso si todavía te quedan (como nos quedaban) muchos kilómetros por delante, nos pusimos manos a la obra para buscar una cafetería donde tomar un refrigerio. Pero estábamos en el Maestrazgo más remoto, rodeados de una inmensidad de nada. Ríos, pedregales, picos y nubes, pero ningún sitio para tomar algo. Entonces tuvimos la suerte de contar con Ismael, que como ya advertí es experto en logística avanzada. «Buscad la terraza más bonita y yo me encargo del café», dijo. Y eso hicimos, a pesar de las comprensibles reticencias iniciales…
Josep recordó haber divisado un edificio en ruinas sobre un promontorio que «tenía una foto espectacular». Aquella sería nuestra terraza. Y no pudimos haber elegido con más tino.

El edificio estaba abandonado y en ruinas, pero era lo más cercano a la civilización que habíamos visto en muchas horas
- ¿Ésta es la cafetería?
- Ismael estuvo en todo: foto, termo, café, leche, cucharillas… ¡pero qué más esconde en esas maletas!
Con energías renovadas salimos disparados para llegar a Casasviejas antes del anochecer. Lo hicimos, por suerte, a costa de no detenernos en algunas poblaciones pequeñas pero muy atractivas, como Olocau del Rey, Mirambel o Bordón.
Donde no pudimos evitar detenernos fue en el impresionante Embalse de Santolea, lugar de extraordinaria belleza y con una historia peculiar, como nos relató una lugareña que nos «asaltó» al vernos fotografiar el paisaje. Siempre me gusta preguntar a la gente del lugar por la zona en la que viven, pues a diferencia de los libros de historia, de las personas obtenemos no sólo la información sino la «impresión» que los hechos han dejado en ellas. En todo caso, os dejo una página web con datos interesantes sobre el pantano de Santolea.
- Espectacular mirador improvisado
La llegada a Cantaviejas fue tranquila, pues ya éramos conscientes de que íbamos los últimos, y con mucha diferencia, así que nos relajamos y disfrutamos del paisaje. La puesta de sol nos permitió contemplar la silueta mágica de este pueblo encantador, aumentada su belleza por el fulgor vespertino.
En el hotel nos reunimos con el resto de motonómadas e intercambiamos experiencias. Antes de la cena Miquel Silvestre nos dio un curso de edición de video que resultó muy interesante, pues muchos de los que allí estaban grababan horas y horas de video sin saber muy bien qué hacer con toda esa información, cómo gestionar tantos y datos y, lo más importantes, como hacer un sencillo clip de 3 minutos que fuera a la par simple y resultón.
La cena fue estupenda y el ambiente magnífico. Miquel aprovechó para presentar en exclusiva su nuevo libro: «La fuga del náufrago». La mayoría le compró un ejemplar y Miquel tuvo la deferencia de firmar cada uno de ellos.
3ª jornada
El sábado hizo un día espléndido, nada que ver con los dos días anteriores. Ni una nube en el cielo, una temperatura agradable que invitaba a rodar y rodar. A la sensación de bienestar contribuyó, obvio es, el haber descansado en un hotel muy digno y, por supuesto, más confortable que las tiendas de campaña.
La ruta marcada nos llevaría hasta Aras de los Olmos, donde se ubican las instalaciones de Enduropark. Allí acamparíamos y, si tendríamos tiempo, haríamos una ruta offroad. Por desgracia hubo un poco de descoordinación entre los organizadores y para cuando habíamos acampado ya era demasiado tarde. No obstante la ruta fue sensacional, y buena culpa del retraso la tuvimos nosotros, que aprovechábamos cualquier paraje pintoresco para fotografiarnos en grupo.
Y si las fotos no nos retrasaron lo suficiente, tuvimos que añadir algún que otro percance…
Una vez en el camping aprovechamos para colocar las tiendas de campaña, ducharnos y relajarnos un poco.

La sensación de libertad que inspira esta foto era el núcleo fundamental de la experiencia MOTONÓMADAS
Miquel aprovechó darnos unas clases prácticas sobre montar y desmontar la tienda, empaquetar todo y otros trucos prácticos cuando tienes que acampar en medio de la nada…
Una vez que Miquel acabó con su clase, y quizás aprovechando la caída fortuita de su moto (la pata se fue hundiendo en la tierra hasta tirarla al suelo), Roc tomó el relevo e impartió una clase breve y sencilla sobre cómo debemos preparar nuestra moto para obtener el mejor rendimiento en conducción offroad.
Acabada la teoría tuvimos el tiempo justo para ducharnos y disfrutar de una gran cena. Estos momentos en común constituyeron los principales elementos de cohesión entre todos los asistentes, pues cada cual aprovechaba para charlar con quien tenía a su lado, comentar sus experiencias, en definitiva: conocernos los unos a los otros.
4ª jornada
Para el domingo no había plan previsto. La idea era hacer una pequeña ruta por Cuenca, comer allí y luego despedirnos para que cada motero pudiera volver a su casa por donde considerara mejor. Pero como el sábado no pudimos disfrutar de una ruta offroad, y muchos tenían ganas de hacer una (yo entre ellos), comentamos con Roc el tema y se le ocurrió una idea estupenda: visitaríamos las instalaciones de Enduropark Arasrural y después nos llevaría de ruta por unas pistas forestales.
Las instalaciones para hacer cursos de trail y enduro son bastante buenas. La seriedad de este equipo me ha llevado a plantearme viajar con ellos a Marruecos en Semana Santa de 2014 (y ya tengo dos amigos más que se apuntan), y como sé que con antelación haré uno de sus cursos de conducción offroad, me reservo para el futuro una descripción más pormenorizada de todo lo que ofrecen. Baste ahora con apuntar que la media hora que estuvimos allí lo pasamos en grande, lanzándonos por cuestas, probando frenadas controladas e intentando pasar la famosa «trampa de arena», en la que alguno se quedó un poco atrancado…
Después del juego vino la clase práctica, gracias a una ruta muy bonita que Roc propuso y que nos brindó la oportunidad de aplicar todo lo que habíamos aprendido, con las motos totalmente preparadas (presión de neumáticos adecuada y el manillar levantado para facilitar la conducción en dichas circunstancias).
La ruta por campo y la sensación que dejó en los participantes fue el broche final a una experiencia magnífica. Los motonómadas nos despedimos en una gasolinera cerca de Cuenca, ciudad a la que llegamos por rutas de asfalto igualmente espectaculares, y a partir de ahí cada mochuelo tiró para su olivo, y yo para Madrid.
Conclusión
La publicidad de Motonómadas ofrecía un viaje mototemático por el Maestrazgo, a cargo de Roc y Miquel, donde se aprenderían técnicas útiles para largos viajes de aventura (conducción offroad, fotografía, edición de video, acampadas…), y en ese aspecto no decepcionó. Reconozco que me gusta la fotografía y algo sé de ese tema, igual que puedo decir que he grabado y montado algún cortometraje, por lo que la edición de un sencillo clip de video de unos 3 minutos no constituye tampoco una novedad para mí. Quizás por eso el curso me pareció un poco flojo o básico. Miquel no es periodista ni fotógrafo, y él mismo dejó claro que nos enseñaba «cómo hacía las cosas él», dejando a entender que seguramente habría otras formas mejores de hacer algo o de explicarlo.
Roc, por su parte, es un instructor reconocido en el área de su competencia, pero por desgracia no tuvimos mucho tiempo para profundizar en la conducción offroad. Lo único que saqué en claro es que necesitaba hacer un curso más intenso que el de los GS Days de Segurilla de Toledo. Y creo que con ellos tendré la oportunidad de formarme bien.
Al final me voy con la sensación de haber asistido a una operación de marketing. Roc y Miquel vendían su producto. Cada cual el suyo. Miquel contaba con muchos seguidores y «fans» que disfrutaban con sólo escucharle. No era mi caso, pues para mí es un viajero experimentado con un estilo particular de expresarse, pero que no suscita mi admiración. Roc también usó el primer viaje mototemático para promocionar sus proyectos de Enduropark. Y lo hizo bien, a pesar de algunos fallos de organización a la hora de clarificar quién llevaba los pantalones.
Pero no penséis que salimos estafados. Antes al contrario. Por un precio bastante ridículo disfrutamos de casi cuatro días en compañía de dos celebridades del mundo de los viajes de aventura en moto (cada cual en lo suyo), durmiendo en hotel y campings, conociendo rutas que ni siquiera podríamos imaginar que estuvieran en España y, lo más importante, conociendo a gente que comparte tus mismas inquietudes. Gentes que, por otro lado, han resultado ser amigos espectaculares y que considero el mejor souvenir que me traigo del curso.
A vosotros, Morteruelos, va dedicada esta última entrada del Diario de un Motero Novato.
PD: Gracias especialmente a ti, Xavi, porque muchas de las mejores fotografías de esta entrada son tuyas… 😉
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¡¡ impresionante !! Últimos relato
Lástima cierres el blog
Un abrazo
Siempre es una lástima cerrar/abandonar/dejar algo que te gusta, pero compensa si con ello puedes abrir/recibir/abrazar una nueva ilusión.
Muchas gracias por comentar y espero que las nuevas rutas sean atractivas.